La Asociación Red Cambera (en adelante Cambera) nace en 2010 de la mano de varias personas que, viniendo de otros ámbitos asociativos y del mundo de la conservación en Cantabria, deciden organizarse para contribuir a la conservación del medio natural. El detonante fue el compromiso de continuar con el Proyecto Ríos, el cual desde el año 2007 venía desarrollándose en Cantabria de la mano de la Consejería de Medio Ambiente del gobierno cántabro. Tras un periodo de madurez del mismo, se decidió (con el visto bueno de la Consejería y de los voluntarios) trasladar su coordinación a una entidad social, tal y como ya se estaba haciendo en el resto de territorios de la península ibérica (Cataluña, Galicia, Madrid, Comunidad Valenciana y Portugal).
“El objetivo de Cambera es la conservación del medio natural mediante todas las herramientas a nuestro alcance: ciencia, voluntariado, educación ambiental, custodia del territorio, participación en redes, todo ello sin renunciar a campañas de denuncia si es necesario”, explica su coordinador.
A lo largo de estos siete años de trabajo dentro de las acciones realizadas por la asociación ha habido tres hitos principales.
“En primer lugar haber sido capaces de mantener el Proyecto Ríos hasta la actualidad; este año celebremos su décimo aniversario.
Cabe resaltar que durante dos años no hemos contado con financiación y el trabajo ha salido adelante gracias al compromiso de socios y voluntarios. Este proyecto mantiene en la actualidad una red de muestreo semestral de unas 500 personas. Fruto del mismo se han publicado nueve informes sobre el estado de conservación de los ríos de Cantabria. A partir de este proyecto se han realizado además centenares de acciones formativas (muestreos, flora invasora, seguimiento de especies, etc.) y de voluntariado (eliminación de especies exóticas, plantación de especies de ribera y restauración patrimonial, entre otras)”, comenta Sergio.
“Otro de los hitos importantes fue lograr parar un proyecto de fractura hidráulica en la zona occidental de Cantabria, mediante la presentación de alegaciones al mismo en colaboración con la Asamblea Antifracking de Cantabria y Ecologistas en Acción, entre otros —prosigue —. El tercer gran hito, lo conseguimos en el año 2013, al firmar con la Confederación Hidrográfica del Duero (en adelante CHD) un acuerdo de custodia fluvial en el río Camesa, en Cantabria y Palencia. Gracias a este acuerdo podemos contribuir a la conservación de 15 km de río”.
Unos logros que se suman a otros proyectos que continúan en marcha, como son “la conservación de anfibios en el Parque Natural Saja-Besaya, mediante la restauración de abrevaderos, el inventario anual de las especies presentes o el seguimiento de hongos quítridos (Batrachochytrium salamandrivorans y Batrachochytrium dendrobatidis) gracias a la colaboración de la Universidad Checa de Ciencias de la Vida”.
Cambera desarrolla también acciones de conservación de riberas y eliminación de especies exóticas en el río Saja, mediante colaboraciones con los Ayuntamientos de Mazcuerras y Cabezón de la Sal. Junto a esas actuaciones, Sergio destaca lo que fue su primer acuerdo de custodia, “el proyecto Camárica, que se llevó a cabo en una finca privada de uso ganadero en Liébana (Cantabria) donde se restauró un manantial y se adecuó una charca para favorecer la presencia de anfibios e invertebrados acuáticos, compatibilizando ganadería y conservación de la biodiversidad”.
Sus trabajos de custodia en el río Camesa se remontan a los primeros seminarios sobre voluntariado en ríos desarrollados en el CENEAM. “Allí conocimos a las personas responsables de educación y participación de la CHD y a la Comisaría de Aguas. En aquellos instantes y, atentos a los pasos dados por la Fundación Tormes con la CHD, comenzamos a darle vueltas a un posible acuerdo que se fue gestando, hasta ver la luz un par de años más tarde —explica—.
Posteriormente otros cargos de la CHD han empujado en la misma dirección para, una vez firmado el acuerdo, comenzar a trabajar por la conservación del río. El acuerdo es un convenio de colaboración entre ambas entidades para la conservación del río Camesa.
Su principal dificultad fueron los trámites administrativos asociados a que una de las entidades es una administración y el territorio afectado es un río, aspecto en su día novedoso, y que conlleva una mayor complejidad burocrática”. Con una duración inicial de cinco años, renovable en caso de que ambas partes así lo quieran, el acuerdo “básicamente se articula en un plan de acción anual consensuado a primeros de cada año y evaluado al final del mismo”.
Este acuerdo de custodia fluvial compromete a ambas entidades en el desarrollo de una serie de actuaciones.“La colaboración de manera conjunta en la realización de actividades de interés general de defensa del medio ambiente, de protección, puesta en valor, difusión, sensibilización y educación ambiental sobre el dominio público hidráulico degradado y sus ecosistemas asociados. También informar de aquellas situaciones de las que se pudiera tener conocimiento, que afecten al estado de las masas de agua en la zona de actuación, compartiendo toda la información de relevancia para su gestión. Y, por último, establecer y desarrollar programas anuales de actuaciones conjuntas”.
Entre las acciones que se han desarrollado vinculadas al acuerdo de custodia Sergio destaca “la continuidad de los grupos de voluntarios, que en el marco del Proyecto Ríos, llevan una década obteniendo datos sobre la calidad ecológica del sistema fluvial, a lo cual se han sumado trabajos más técnicos realizados por el personal de Cambera, tales como inventarios de especies protegidas, detección mediante métodos no invasivos de fauna invasora (Neovison vison), localización de alteraciones a la continuidad hidráulica del río o la detección de impactos antrópicos mediante el empleo de indicadores no funcionales y sustratos artificiales”.
Pero sin duda, la actuación más notable, en cuanto a que es una acción de conservación, “es la eliminación de un azud en desuso el pasado agosto. Esta demolición ejecutada por el CHD es fruto del estudio de alteraciones hidrodinámicas realizado por Cambera y de la solicitud a la CHD de su derribo. Para ello la propia Confederación realizó un estudio de la vigencia de la concesión y se buscó la autorización por parte de la Dirección General de Medio Natural del Gobierno de Cantabria. Las tres entidades mantuvimos varias reuniones y visitas de campo para validar y plantear su derribo”.
La tarea complementaria al derribo que desarrolla Cambera es realizar un seguimiento científico de la evolución del cauce y la granulometŕia, además de valorar el impacto sobre la vegetación macrófita, antes y después del derribo. “Para ello se han establecido seis estaciones de muestreo a lo largo del río, con el objetivo de ver cómo evoluciona el ecosistema, estaciones en las que se realizan varias mediciones periódicas. Además se han instalado varias cámaras fotográficas que realizan fotos diariamente. La idea es aprender lo máximo de esta experiencia, conocer cuál es su repercusión en el río, comprobar mediante un seguimiento científico hasta qué punto el derribo del azud es eficaz para la conservación”.
Sergio destaca la respuesta de las autoridades cántabras en todo el proceso. “La Dirección General de Medio Natural (gestora de la Zona Especial de Conservacion ZEC Río Camesa) ha sido una entidad colaboradora en el proceso, tanto desde el punto de vista de la autorización administrativa para el derribo, como mediante la colaboración técnica de su personal. Además en el ámbito local, el ayuntamiento y los colectivos sociales han sido informados previamente al derribo. Hay que subrayar que después de diez años de Proyecto Ríos, existe conocimiento mutuo, lo cual hace más sencilla la comunicación e información”.
En cuanto a la financiación de este proyecto de custodia “hemos tenido que hacer muchos malabarismos. En la mayor parte se ha realizado de manera desinteresada por técnicos, socios y voluntarios de Cambera, lo cual hay que agradecer y aplaudir. Por otra parte hemos ido reuniendo partidas provenientes de pequeñas financiaciones de diversas entidades (Centro de Investigación y Medio Ambiente de Cantabria CIMA, Xarxa de Custodia del Territorio y la propia CHD).
La demolición del azud ha sido financiada por la CHD, al igual que el estudio de seguimiento y la campaña de información pública”.
En virtud del acuerdo en función del cual se desarrollan estas actuaciones en el río Camesa la asociación se plantea hacer un seguimiento.
“En el caso particular del río Camesa, en relación al derribo, el seguimiento diseñado cuenta con seis estaciones de muestreo, cuatro que en principio se verán afectadas por el derribo y dos que no. Estas dos últimas, las planteamos como estaciones de control; de esta manera intentamos ver cuáles de las futuras modificaciones del cauce son debidas a factores naturales (crecidas) y cuáles son debidas a la eliminación del azud.
El hecho además de publicar toda la experimentación y sus resultados, permite aportar al conocimiento global y que otros,seguramente mucho más capaces, puedan aprovecharlo en sus actuaciones o investigaciones. En ocasiones suele pensarse que actuar es siempre positivo, sin embargo se han de plantear diversas hipótesis de partida antes de la intervención, y al final de las mismas tener un sistema de verificación, tanto si la actuación ha sido exitosa como si no, se trata de un aprendizaje continuo”, apunta.
“En cuanto a las redes con las que compartimos esfuerzos, se ha de mencionar a la Red Proyecto Ríos, junto con colectivos como Associació Hábitats, ADEGA, Fundación Limne, Territorios Vivos o Aspea —enumera —. También somos miembros de la Red Transcantábrica de Custodia del Territorio, con una treintena de miembros del entorno de la Cantábrica. Además mantenemos convenios con otras entidades como la Asociación Fotografía y Biodiversidad impulsora de la plataforma Biodiversidad Virtual”.
En cuanto a las perspectivas de futuro, desde Cambera tienen como prioridad continuar trabajando en la conservación del patrimonio natural. “Para ello consideramos la custodia del territorio una herramienta complementaria a otras, no un fin en sí misma.
Al ser una asociación rural, cuyo entorno cercano es el ambiente ganadero cantábrico, con grandes extensiones comunales, la conservación nos supone un reto, tanto desde el punto de vista natural, como desde el plano social: mediar con nuestros vecinos y concejos para la conservación no siempre es fácil. La custodia del territorio permite vencer parte de la confrontación existente en el medio natural; al ser una metodología pactada, a largo plazo, basada en la comunicación, podemos ir avanzando poco a poco tanto en la propia conservación, como en la aceptación de su necesidad por parte de nuestros vecinos.
Los retos de la custodia (al menos en nuestros lares) pasan por desarrollar actuaciones de conservación en espacios comunales, donde la metodología de la custodia varía notablemente, no solo al no actuar en fincas privadas, sino porque la gestión del territorio es democratizada entre los miembros de una o varias juntas vecinales o concejos. Poder mantener la confianza con nuestros vecinos, y seguir trabajando conjuntamente con ellos, para nosotros como pequeña entidad rural es toda una responsabilidad”, concluye.
Más información sobre las acciones en el río Camesa:
“_blank”>Vídeo de la demolición del azud
“_blank”>Estudio de adaptación de indicadores funcionales y sustratos artificiales para la detección de impactos antrópicos en el marco del Proyecto Ríos en Cantabria