La figura de los MdS surge como respuesta a la situación de abandono en la que se encontraban hasta hace poco un considerable número de montes en España. Estos montes tienen en común el ser propiedades privadas y a la vez colectivas, cuyo dominio corresponde, en proindiviso, a un numeroso conjunto de titulares que disponen de una pequeña cuota de copropiedad en la correspondiente comunidad; todos ellos, por lo general, herederos de las personas que en el siglo XIX se vieron en la disyuntiva de abandonar el pueblo o comprar, con gran sacrificio, determinados montes de uso comunal desamortizados para cubrir las necesidades económicas de un Estado en bancarrota.
Pedro explica que “gracias a la figura de las Juntas Gestoras, reconocidas por la legislación forestal básica (Ley de Montes: 21/2015 y 43/2003), se ha reconstruido el conjunto de herederos de los propietarios iniciales de los montes en un creciente número de estos espacios, dotándolos de una herramienta práctica y ágil para garantizar la conservación y el uso sostenible de estos espacios forestales. Actualmente en España ya se han creado 65 Juntas Gestoras repartidas por Soria, Guadalajara, León, Segovia, Cáceres, y Asturias sumando más de 30.000 hectáreas de terrenos recuperados y la configuración de un colectivo de más de 15.000 personas implicadas. Se trata de una dinámica en expansión con un gran potencial para la custodia del territorio (CT) y donde se pueden implantar modelos de desarrollo rural inspirados en los principios de la economía social.
La extensión que los MdS ocupan en España asciende a 1,5 millones de ha; tan solo en la provincia de Soria existen 150.000 ha, una extensión semejante al territorio de Guipúzcoa. La oportunidad de gestionar estos montes garantizando desarrollo y conservación convierte lo que antes eran “territorios problema” en “territorios de oportunidad”.
En concreto el proyecto apoyado por la Fundación Biodiversidad perseguía varios objetivos:
i. Analizar en términos jurídicos el modelo de gobernanza de las Juntas Gestoras y la propiedad de los MdS, a partir de su reconocimiento en la legislación forestal estatal vigente.
ii. Realizar un análisis comparado internacional de modelos de custodia del territorio en montes productivos y su adaptación para los MdS con planes de negocio para la conservación y el uso sostenible y la inversión social.
iii. Plantear opciones innovadoras de financiación y oportunidades en el marco de la economía social y solidaria.
iv. Detectar oportunidades para la implantación de la CT en MdS en España.
“Hemos conseguido los fines que nos propusimos al comenzar el proyecto. Se han explorado varios casos concretos en Soria y Asturias donde también se han intentado definir modelos de negocio que sean viables para desarrollar el concepto de ‘territorio oportunidad’ donde la conservación de la biodiversidad es fundamental. Se ha comenzado incluso una experiencia piloto en El Royo (Soria) en un entorno de Red Natura 2000 situado a más de 1.000 metros de altura, donde ocho familias están poniendo en marcha un modelo de vida en la que se integra la conservación medioambiental y se recupera el uso de praderas de montaña que se están matorralizando y que ahora con el cambio climático se ven favorecidas para nuevos cultivos de frutales” afirma el gerente de ASFOSO.
Pedro continúa describiendo cómo “para MdS la CT, gracias a su flexibilidad y adaptabilidad, aparece como un gran paraguas en el que ampararse para trabajar, entre otras cosas porque permite fórmulas de colaboración público-privada para la conservación y para activar procesos agroecológicos y económicos implicando a agentes de amplia diversidad, rurales y urbanos”.
“Los copropietarios de un MdS pueden formar parte de acuerdos con una entidad de custodia estableciendo los derechos y obligaciones que estimen convenientes. Las Juntas Gestoras serán las encargadas de representar a la comunidad de condueños en la relación con la entidad de custodia.
La iniciativa podrá estar apoyada por las Administraciones Públicas, ciudadanía y otros actores que sean involucrados” remarca.
Por otro lado las Juntas Gestoras también pueden ocupar el papel de las entidades de CT estableciendo acuerdos con propietarios de tierras limítrofes o cercanas a sus predios, con el objetivo de mejorar su conservación y gestión. Incluso pueden llegar a establecer acuerdos con otras comunidades de propietarios para colaborar en la creación y puesta en marcha de su propia Junta Gestora utilizando una metodología compartida con la CT.
ASFOSO está ligada a la Asociación Iniciativa Comunales desde sus comienzos, de hecho el primer encuentro que dio lugar a esta asociación fue organizado en Soria en el año 2013, coincidiendo con la Asamblea internacional de ICCA-Consortium y dando lugar a la Declaración de Valdeavellano de Tera. La Declaración busca reconocer, a modo de decálogo, qué han significado los comunales en nuestra historia y cuál es su potencial para contribuir a hacer frente a los desafíos sociales, ambientales y económicos a los que se enfrenta nuestra sociedad hoy en día.
ASFOSO ha sido distinguida con la tercera edición del “Elinor Ostrom Award” por el trabajo que viene desarrollando en defensa de los montes de socios. Pedro hace hincapié en que “este premio es el máximo reconocimiento internacional otorgado a instituciones, administraciones o particulares que desarrollan una labor destacada de defensa de los bienes comunes y de su gobernanza, por ello es una gran noticia no sólo para los MdS, sino también para todas los pueblos, sistemas locales y fórmulas comunales todavía vigentes en nuestro país.
El premio se concede en memoria de Elinor Ostrom (1933-2012) politóloga estadounidense y Nobel de Economía, quien consiguió superar el enfrentamiento conceptual entre lo público y lo privado, reconociendo el concepto de “bienes comunes” y visibilizando su especificidad, demostrando además que cuando la gestión de los bienes comunes se desarrolla por los propios interesados a través de modelos de gobernanza claros y democráticos, esta gestión es mucho más eficiente, contradiciendo de forma empírica el arraigado discurso que venía sosteniendo que los grupos humanos, por sí mismos, eran incapaces de gobernar de forma sostenible sus bienes“, concluye.