La Fundación nace de la unión de fuerzas entre tres entidades, como explica Fernando Bandín, su presidente. “Por entonces, tres entidades (Socieda de Galega de Historia Natural, Grupo Naturalista Hábitat y Asociación Cultural O Rabo do Galo) estábamos trabajando coordinadamente en la comarca de As Mariñas, en A Coruña. Además de hacer campañas y presentar denuncias relativas a actuaciones o proyectos lesivos para el patrimonio natural, también formulábamos propuestas de conservación que presentábamos a las distintas administraciones sin éxito. Esto nos hizo pensar que la única solución sería que ejecutáramos directamente nuestros proyectos. Así decidimos crear una entidad de custodia de ámbito comarcal, dejando fuera de ella las actividades de denuncia, educación ambiental, campañas, etc., que seguirían siendo realizadas en cada caso, conjuntamente o por separado, como hasta el momento. Nos pareció que la fórmula de fundación era la mejor para unir nuestras fuerzas”.
La Fundación tiene entre sus objetivos realizar labores de custodia del territorio con fines de conservación del paisaje y de los ecosistemas naturales. “Cuando elaboramos los estatutos quisimos contemplar un amplio espectro de actuaciones de conservación, pero también ceñirnos estrictamente a la conservación mediante acciones de custodia del territorio”, puntualiza su presidente, que lo es en calidad de representante de la Asociación Cultural O Rabo do Galo.
En noviembre de 2010 entran en contacto con la custodia del territorio. “Participamos en una mesa redonda en la que también estaba la recientemente creada Asociación Galega de Custodia del Territorio. A partir de ahí nos mantuvimos en contacto y colaboramos. A finales de 2011 la custodia gallega obtiene el primer fruto pues, gracias a las gestiones realizadas, el parlamento autonómico modificó la normativa que impedía al Banco de Tierras de Galicia atender las solicitudes de arrendamiento de parcelas presentadas por las entidades de custodia. Posteriormente, nos organizamos como Agrupación de Entidades Gallegas de Custodia del Territorio, para tener presencia en el foro estatal. La Agrupación adquiere personalidad jurídica al transformarse en Rede Galega de Entidades de Custodia del Territorio”, explica.
Actualmente la entidad custodia 259.048 m2 repartidos en 62 parcelas, “lo que da una medida de la complejidad y paciencia que supone realizar acuerdos en nuestra comarca. Respecto a su superficie, el 37 % lo es en propiedad, el 57 % mediante acuerdos documentados de cesión de uso y gestión por largos períodos de tiempo (50 años para la mayor parte de esa superficie), y el 6 % por arrendamiento (una finca alquilada por 30 años al Banco de Tierras)”. Unos terrenos que no se explotan, ya que se gestionan para lograr la conservación de sus valores naturales. Así, la mayor parte de su trabajo se centra en preservar y restaurar el bosque autóctono a orillas del río Mandeo, tanto dentro como fuera del espacio protegido integrado en la Red Natura. “Obviamente, el objetivo final es favorecer a toda la biodiversidad que en nuestra comarca albergan esos hábitats, incluidas varias especies amenazadas. En este proceso hemos transformado seis hectáreas de eucaliptal, cifra que esperamos ampliar a 10 próximamente, que ahora están en camino de convertirse en bosque autóctono pluriespecífico, lo cual ha requerido mucho esfuerzo, pues no utilizamos productos químicos para secar los tocones. Asimismo hemos creado dos reservas de anfibios”.
Otra de sus líneas de trabajo es el apadrinamiento. “Un término con el que nos referimos a las acciones continuadas de conservación en el dominio público hidráulico y marítimo terrestre mediante autorizaciones administrativas anuales”. También desarrollan labores divulgativas. “En estos años hemos impartido numerosas charlas, debatido en mesas redondas y participado en encuentros, siempre relacionados con la custodia como instrumento eficaz de conservación de la naturaleza. Con objeto de informar e implicar a la ciudadanía, anualmente celebramos la Semana de Custodia, que ya va por la sexta edición, en la que programamos charlas de destacados especialistas y acciones de voluntariado ambiental”.
La Fundación Fragas do Mandeo forma parte del consejo de dirección de la Reserva de la Biosfera de las Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo como asesores en custodia. “Tenemos un convenio con la Universidade da Coruña para que los estudiantes realicen prácticas en las zonas custodiadas o apadrinadas bajo el método aprendizaje-servicio”.
Sus fuentes de financiación están diversificadas. “El 75 % de nuestros ingresos proceden de las modestas aportaciones de particulares y asociaciones simpatizantes, así como de la actividad propia, la cual consiste fundamentalmente en hacer rastrillos en los que ponemos a la venta artículos donados. Solo el 21 % procede de organismos públicos y el 4 % de empresas. Todo el trabajo corre a cargo de voluntarios, desde las actuaciones en el campo hasta la contabilidad. El gasto corriente se reduce al 6,6 % de nuestros ingresos, precisamente gracias a la generosa colaboración de nuestros simpatizantes”.
Bandín recalca las dificultades que vive la custodia en su comarca. “Aún queda un camino que recorrer para que algunos técnicos y la propia Administración superen el desconocimiento de lo que es la custodia y así desaparezcan la desconfianza y las trabas en los trámites que ello provoca. Por su parte, las empresas habitualmente están más interesadas en actividades baratas de team building o en el low cost marketing que en practicar una verdadera responsabilidad social.
En cuanto a la ciudadanía, buena parte sigue pensando que nos llueven subvenciones, cuando ―hasta donde alcanzamos― no tenemos acceso a ninguna que financie los acuerdos de custodia, a pesar de que la adquisición de parcelas de alto valor ambiental es la mejor inversión, al menos aquí, donde predomina el minifundio”:
“Tampoco hay que olvidar los aspectos sociológicos de nuestra comarca, con una estructura de la propiedad compleja y numerosas parcelas de titularidad desconocida. También supone una dificultad el mejorable diseño de los espacios protegidos que forman la Red Natura gallega, lo cual limita el acceso a determinados fondos”, comenta.
En cuanto al futuro, Bandín pronostica un lento crecimiento de la custodia del territorio en Galicia. “Va a seguir desarrollándose muy lentamente, a un ritmo tremendamente inferior a lo que se precisa para conservar nuestro patrimonio natural, y es indiscutible y reconocido por todos que la Administración por sí sola no lo puede conseguir. Sin embargo, el momento actual, con la pérdida de rentabilidad, el envejecimiento y el abandono de las comarcas del interior, supondría una magnífica oportunidad para iniciar procesos de rewilding en espacios protegidos y enclaves de alto valor ambiental. La actividad agropecuaria no aporta nada a muchos de nuestros mejores hábitats, pues sobrevivieron en zonas improductivas; en otros, por falta de rentabilidad, podría reorientarse al papel de proxies. Ello, además, contribuiría a mantener una infraestructura verde que garantizara a la sociedad unos servicios ambientales imprescindibles. Los que hemos nacido, vivido y trabajado en el campo, sabemos que la agricultura de nuestros abuelos no volverá, por lo que debemos explorar nuevas alternativas”.
En cuanto al término ‘custodia del territorio’ el presidente de Fundación Fragas do Mondeo afirma que hay una confusión respecto al uso del mismo. “De hecho está perdiendo su utilidad para comunicarse, pues cada quien lo emplea como le parece. Para nosotros es inherente a este concepto la adquisición documentada de derechos de uso y gestión a largo plazo que permitan acometer acciones de conservación que perduren en el tiempo. Frente a ella están otros tipos de actuaciones de conservación que no los precisan. Posiblemente este confusionismo esté llevando a que la custodia no tenga un desarrollo normativo y presupuestario específico acorde con el papel que sería capaz de representar”.
Para finalizar reflexiona sobre la necesaria implicación de la ciudadanía en la conservación del territorio. “Estemos en lo cierto o no, no podemos dejar de mirar a otros países y envidiar la implicación de la ciudadanía en la conservación de las reservas naturales creadas por entidades conservacionistas, generándose así un círculo virtuoso por el cual la población se vincula emocionalmente con el territorio en el que vive, lo mima y lo defiende, estimulando los resultados a hacerlo cada vez con más intensidad”.