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Las V Jornadas Estatales y el I Congreso Europeo analizado desde el punto de vista de sus protagonistas

Fecha de creación: 
Jueves, 20 Noviembre, 2014

Entrevistamos a tres participantes muy vinculados a la custodia del territorio en nuestro país: Carlos Javier Durá de Avinença, Oscar Prada de la Red Transcantábrica de Custodia del Territorio e Imma Gamundí de la Xarxa de Custodia e integrante de la organización de ambos eventos

PCT- Echando la vista atrás, ¿cómo nacen las I Jornadas de Custodia del Territorio en España?

Carlos Javier Durá (CJD): fue una idea que tuve en el año 2003, al comienzo del desarrollo de mi tesis doctoral sobre la custodia del territorio, que desarrollaba como colaborador de investigación en la Cátedra de la Unesco de territorio y medio ambiente de la Universidad Rey Juan Carlos. Hasta ese momento, había detectado que en España existían muchas iniciativas de conservación en terrenos privados por parte de ONG, especialmente en Cataluña, (donde ese mismo año se realizó el encuentro de Montesquieu). Se me ocurrió que podía ser interesante poner en marcha unas jornadas que sirvieran como punto de encuentro de todas esas iniciativas de conservación privada que se estaban llevando a cabo en ese momento en España, puesto que nunca antes se había creado ese punto de encuentro a nivel nacional. Mantuve varias reuniones con los responsables del Centro Torregüil de Educación Ambiental de la Caja del Mediterraneo (CEMACAM) en Murcia, y les propuse crear este primer encuentro a nivel nacional con el objetivo de difundir esta metodología de trabajo vinculada a la conservación de la biodiversidad por parte de la sociedad civil. Les expliqué que estas “nuevas” herramientas de conservación tenían mucho éxito sobre todo en países de origen anglosajón, pero que se estaba extendiendo también con mucho éxito por todo el mundo. En aquel momento no existía un censo de las iniciativas puestas en marcha en España ni ningún contacto entre las entidades que las promovían, ni ninguna red de entidades, salvo la Xarxa de Custodia del Territori, que acababa de constituirse en el ámbito catalán. Y la palabra custodia sonaba a chino en el mundo de la conservación. Por suerte, a los responsables del centro Torregüil les pareció una buena oportunidad y preparamos un programa con ponentes internacionales y nacionales para aprender el desarrollo de estas técnicas y ver las posibilidades de trasladarla al contexto nacional y su desarrollo aquí, en España.

 

PCT- Hacemos un repaso por las cuatro ediciones anteriores de estas jornadas. ¿Quiénes estabais detrás de su organización?

CJD. En esta primera edición del año 2004 me ayudaron mucho mi director de tesis Enrique Alonso García y Francisca Baraza, de la Dirección General del Medio Natural de Murcia. Igualmente tuve el apoyo de Jordi Pietx, con quien por aquel entonces intercambiaba decenas de emails sobre estos temas, y Josep Nebot. Miquel Rafa y Jordi Sargatal, de la Fundación Territori i Paisatje (pioneros de la aplicación de la custodia en España) también me fueron de gran ayuda a la hora de confeccionar el programa. Fueron unas jornadas muy exitosas en el 2004. En la edición del 2006 tuve de nuevo el apoyo de Jordi Pietx y de otros compañeros de la Xarxa, como Hernán Collado, además de Pep Nebot y de Enrique Alonso. Conté también con la colaboración de compañeros de la Cátedra Unesco como Alejandro Lago y Amaya Sánchez. A raíz de estas jornadas estatales se crean una serie de redes, Avinença (2007), Ínsulas, etc. e incluso la Plataforma de Custodia del Territorio, que planteada en primera instancia como un proyecto de la Cátedra Unesco, fue finalmente asumida por la Fundación Biodiversidad del ahora Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, por disponer de una mayor capacidad de medios para su desarrollo. Gracias a la labor de un incipiente Foro de redes de custodia y a un intenso trabajo por parte de Avinença, de la Xarxa y de otras personas relacionadas, se consiguió influir en la redacción de la Ley 42/2007 del patrimonio natural y la biodiversidad, incluyendo la custodia del territorio de manera directa o indirecta en varios artículos de la ley.

En las jornadas de 2008, se hizo hincapié en la importancia de contar ya con el marco legislativo que proporcionaba la ley, pero también en la necesidad de concretarlo y desarrollarlo a nivel autonómico. En ese momento se trató la importancia de otros mecanismos, como las leyes de la protección del paisaje, con el convenio de Florencia, la custodia fluvial, la custodia marina, etc.

Las jornadas de 2010 se hicieron en Asturias, en Benía de Onís, y fue el último año que estuvieron coordinadas por la Cátedra de la Unesco. La idea era que esa coordinación la asumiera el Foro de Custodia, junto con un comité técnico, puesto que el Foro nace entre otras cosas con ese fin. Las Jornadas se ponen en marcha con la asistencia del FAPAS y el apoyo de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, y la financiación por primera vez de la Fundación Biodiversidad.

En 2012 la crisis impide organizarlas y en 2014, con motivo del Congreso Europeo, la Xarxa le ofrece al Foro la posibilidad de retomarlas.

PCT. ¿Cuánta gente ha estado involucrada en la organización de las jornadas y el congreso? ¿Qué ha sido lo más duro de esta organización?

Imma Gamundí (IG). De forma más activa, la organización ha recaído en el equipo de la Xarxa, con siete técnicos y el coordinador. Y apoyando han estado también la junta directiva de la Xarxa de Custodia y sus grupos de trabajo y el FRECT, que nos ha ayudado muchísimo en la organización de talleres. Las temáticas y los ponentes han sido propuestos por un comité técnico asesor. Por otra parte también hemos contado con el apoyo de la Obra Social La Caixa, la Fundación Biodiversidad del Ministerio y el Departament de Territori i Sostenibilitat de la Generalitat de Catalunya. Ha habido mucha gente implicada de una u otra manera.

Lo más duro para mí ha sido no poder estar, escuchar y aprender en los talleres, ponencias, y comunicaciones, y no poder hablar o interactuar con todos los asistentes, por falta de tiempo.

PCT ¿Qué ha cambiado de forma clara entre las primeras jornadas y éstas?

CJD. Ahora hay un marco legal que define qué es la custodia y la obligación de promoverla por parte de las administraciones, creando un marco jurídico y fiscal que permita su expresión. Hace diez años se trataba de un concepto muy incipiente, apenas conocido y que provocaba confusión. Hoy día es mucho más conocido, pero he podido apreciar que mucha personas ligadas a la conservación siguen sin saber que la custodia es la expresión del Tercer Sector Social (la sociedad civil) y, que debe ser un movimiento social con vida propia donde el papel de las administraciones debe ser el de crear el marco jurídico y fiscal para que se pueda expresar y dotarlo de apoyos y fondos, pues no debemos olvidar que es algo que beneficia al conjunto de la sociedad.

Gracias al esfuerzo de entidades como la Fundación Biodiversidad, hoy tenemos un inventario de iniciativas y sabemos que existen casi un millón de hectáreas en España bajo acuerdos de custodia. Por otro lado y, gracias a la transmisión del concepto, representantes de otros sectores como los propietarios de fincas, asociaciones de cazadores, agricultores, etc. ven a la custodia como una herramienta de gestión muy positiva, donde todos obtienen beneficios. Y eso es muy importante.

 

Oscar Prada (OP).  Creo que la custodia del territorio ha tenido una evolución positiva, con una densificación del tejido y una capacitación cada vez mayor de los agentes de custodia, que es algo ilusionante. Pero hemos llegado a un límite en el que hay necesidad de transformarse, hemos vuelto a hablar de cosas ya tratadas, como temas conceptuales, como el anclaje y la dependencia del chasis de la administración, el tema de financiación (que con la crisis es mucho más recurrente y de interés que antes), etc. Es una sensación de que necesitamos cambiar de fase, que hemos acabado una etapa y hay que evolucionar para seguir creciendo, transformar la crisálida en mariposa antes de que se la coma el tordo. Aún no hemos llegado al momento de madurez y de arraigo que necesita este movimiento de custodia en España.

El Congreso europeo es ya un salto cualitativo. Como siempre con el refuerzo y respaldo de las entidades de Norteamérica, hemos visto aquí que resonamos con compañeros de otras partes de Europa, trascendiendo los niveles territoriales, y enriquece mucho estar viéndonos a nosotros mismos en los espejos que suponen otros colegas de Holanda, de Italia y de Francia. Pero a la vez es un salto inquietante porque pone en evidencia que estas entidades, muy potentes algunas de ellas, tienen nuestros mismos problemas: de financiación, de desconocimiento del concepto, de carencias para poner en marcha proyectos, etc.

Hay que seguir reforzando el concepto, pero también hay que tener en cuenta que hay una precariedad clara para trabajar. A nivel territorial por ejemplo, en las redes de custodia, esto es evidente.

PCT ¿Cuál crees que es el resultado más claro o importante de los dos eventos?

CJD. Debemos tener perspectiva, por eso creo que la reflexión más interesante que podemos extraer es precisamente que, diez años después de las primeras jornadas, es un movimiento que avanza, aunque es cierto que lo hace a una velocidad moderada. Se trata de un movimiento del que continuamente se tienen noticias de la creación de nuevas redes, entidades, la presencia de nuevos actores, nuevas posibilidades de financiación, etc. Y no solo en España, sino también en el resto de países de Europa. En este sentido la celebración del Congreso Europeo supone un reconocimiento sin precedentes del avance de la custodia del territorio en Europa, la consolidación de un cambio de paradigma en cuanto a la manera de conservar la naturaleza desde la sociedad civil, complementando la acción pública.

OP. La potencia que tiene la custodia como herramienta de democratización, para densificar el tejido consciente y responsable de la sociedad en el territorio. Es como las circunvalaciones del cerebro o del intestino, que aumenta su superficie de trabajo gracias a que se imbrican en el tejido, busca los recovecos y huecos para crecer. En nuestro caso con los acuerdos de custodia, buscando financiación donde no la hay, con voluntariado, etc. Se trabaja con valores positivos en una sociedad que adolece de esos valores. Es una escuela de democracia y de política de alta calidad, que brota quizá del impulso reivindicativo y activista de querer conservar y mejorar el medio ambiente, y que ha encontrado una manera de expresarse yendo a la base, a lo sencillo, a lo directo: a trabajar con las personas.

Y también el tener a la gente del territorio como aliados, que es lo más satisfactorio de este trabajo. No hay malos ni buenos, todo está lleno de matices y de posibilidades, con la complejidad que caracteriza a la realidad. Permite una manera de hacer que devuelve al ser humano a su esencia, que es la de ponerse de acuerdo, la de formar comunidad, la de compartir con el otro. Es un cauce para expresar nuestra propia naturaleza humana consiguiendo además nuestros objetivos de conservación. ¿Qué más queremos? Y además te lo pasas bien, siempre encuentras gente buena, alegre, motivada, entre los propietarios de tierras, en la administración, etc. No es un tema cuantitativo, sino cualitativo, de la calidad humana de la gente que te encuentras en este trabajo.

IG. Como organización, quizá me siento orgullosa de las relaciones humanas que se han forjado, relaciones que llevan tiempo trabajándose, pero que cada vez son más estrechas y van incorporando a gente nueva. Esto permite trabajar de manera más cercana y más coordinada, compartir experiencias y ampliar el conocimiento, lo que repercute en último término en el avance de la conservación a través de la custodia del territorio.